Este proyecto tiene un gran valor sentimental para mí pues fue concebido como un homenaje a mi padre, quien falleció en abril del año 2012. Esta casa forma parte de una exploración personal donde distintos “bloques” y el vacío que se genera entre ellos son los protagonistas.
Se tomó la naturaleza existente (el cerro de piedra al pie del cual se encuentra el terreno y algunos árboles y piedras existentes) como punto de partida y lo que se hizo fue plantear el proyecto de tal manera que el usuario conviniera constantemente con la naturaleza.
Desde que uno llega a la casa se encuentra con la naturaleza: Al entrar al terreno, se debe pasar a través de un bosque de árboles y luego por un puente sobre un espejo de agua para recién ingresar a la casa. Cuando ya se ha ingresado a la casa, tras pasar por el volumen de recibo (íntegramente revestido en madera), nos sorprendemos al encontrarnos con un patio con más árboles. Estando ya en la zona social, el usuario está en constante contacto visual con la naturaleza, pues el cerramiento de estos ambientes es totalmente vidriado y transparente. Con sólo deslizar esas mamparas, el usuario puede tocar la naturaleza.
En el segundo nivel, planteado como un mirador, el contacto con la naturaleza es visual, de contemplación.
Volumétricamente el proyecto se ha planteado como un gran bloque macizo de concreto expuesto, el cual se apoya sobre 2 cajas de menor tamaño (una de madera y la otra con un tarrajeo de arena gruesa), dando la impresión de que el bloque principal flota.
Se utilizó materiales con acabado intencionalmente rústico y se incluyó vegetación en el interior del proyecto para reforzar la relación del usuario con la naturaleza.